Este espacio originariamente fue el refectorio (cenacolo en italiano) de la abadía de San Salvi, en Valleombrosa, que se remonta a inicios del siglo XVI.

Los frescos que lo decoran fueron realizados por Andrea del Sarto entre 1511 y 1527 y hasta inicios del siglo XIX el edificio albergó a las monjas de clausura de la orden de la Beata Umiltà.

Después de que en el siglo XVIII se prohibieran las órdenes religiosas, el edificio pasó a ser propiedad del Estado y fue transformado en depósito.

El interior ha conservado el imponente aspecto de los ambientes originales del convento: la antigua cocina del refectorio, la Sala del Lavabo, con la gran chimenea del siglo XVI y el lavabo de Benedetto da Rovezzano.

También de Benedetto da Rovezzano son los fragmentos de mármol del monumento funerario de San Giovanni Gualberto, fundador de la orden de Vallombrosa.

En la sala del Refectorio destaca por su excepcional belleza el gran fresco de Andrea del Sarto que representa la Última Cena, considerado la obra maestra del pintor, quien la realizó hacia 1520.

El Refectorio, además, custodia una selección de tablas y retablos de la escuela florentina, muchos de los cuales provienen de iglesias florentinas y de conventos expropiados.

También de Andrea del Sarto son una Anunciación, el Cristo con la Piedad y el Noli me tangere.

Obras de artistas contemporáneos o de discípulos de Andrea del Sarto son la Virgen con el Niño de Giuliano Bugiardini, el San Zanobi resucitando a un muchacho y el Traslado del cuerpo de San Zanobi de Ridolfo del Ghirlandaio, la Adoración de los pastores, la Sagrada Conversación y el Noli me tangere de Franciabigio y la Virgen con el Niño y San Juan Bautista niño de Pontormo.