- Fiestas florentinas
Desde el siglo XVII, Florencia y los pueblos de los alrededores organizan la fiesta de la Rificolona en la noche del 7 de septiembre que, en el calendario religioso, representa la vigilia del nacimiento de la Virgen. Desde mediados del siglo XVII, todos los años, el 7 de septiembre, los campesinos y montañeros, con sus familias, se dirigían a Florencia para celebrar el nacimiento de la Virgen en la Basílica de la “Santissima Annunziata”, donde estaba una de las imágenes de la Anunciación más famosas y veneradas en todo el mundo Católico. Los campesinos aprovechaban el peregrinaje a la ciudad para vender sus mercancías.
En la plaza de la Basílica se organizaba un gran mercado llamado “fierucola” (feriecilla). Los labradores, con sus cestas de queso, setas y tejidos, salían mucho tiempo antes de sus casas para tener en el mercado un puesto bueno para vender más.
Los Orígenes
El viaje hacia la ciudad era por la noche y, para iluminar el camino, los peregrinos usaban quinqués de diferentes formas colgados a bastones o cañas. Estas lámparas eran de papel de colores, abiertas por encima para que la vela no se apagara. Con estas luces de colores, las familias campesinas llegaban a Florencia y acampaban, durante la noche de la vigilia del nacimiento de la Virgen, en los claustros de la Basílica y le cantaban odas a María.
La llegada de los peregrinos era un gran diversivo para los jóvenes florentinos, que se reunían en la plaza de Santissima Annunziata para burlarse de la pobre gente del campo. La bromas de los jóvenes se dirigían, sobre todo, a las lozanas y mal vestidas mujeres del campo, llamadas “fierucolone” (feriecillonas). Esta palabra se transformó en “rificolona” y, todavía hoy, en el dialecto florentino, se usa para describir a una mujer vestida con poco gusto.
La Fiesta
Con el tiempo, los florentinos, para celebrar la tradicional llegada de los pueblerinos a la ciudad, empezaron a fabricar luces parecidas a las de ellos, pero con la forma de sus mujeres. Los florentinos paseaban con las “rificolonas” bromeando, cantando, con campanas y pitos. La fiesta terminaba quemando las “rificolonas” de papel.
Todavía hoy, la Rificolona es una de las fiestas más populares de Florencia, sobre todo para niños y adolescentes, y es el símbolo de la llaneza y naturalidad del pueblo florentino. Las luces de papel, las “rificolonas”, han perdido su aspecto de mujer y ahora son de muchas formas, la más frecuente es la media luna. Desde la década de los cincuenta, existen también las “rificolonas en versión fluvial”, imágenes de cartón que, en barcas decoradas e iluminadas, desfilan por el río Arno.